Con puntualidad española; o sea, con unas tres horas de retraso sobre la hora oficial. Peró empezó.
La información en internet acerca el concierto era clara en todos los aspectos, menos en el de la hora de comienzo. En la mayoría de sitios ni la ponía, y en el resto era difícil aclararse. Dependiendo de dónde se mirara, la cosa empezaba a las 21:30 o a las 23:00, entre otras varias opciones. Y el cúlmen fue cuando para asegurarme, esa misma mañana, consulté la web oficial de Saurom... Hora por confirmar. Increíble. En fin, tomamos la decisión de estar allí antes de las 9 y media, por si las moscas...
Pero no hubo moscas. A las 21:30 en punto preguntamos, y nos dijeron que la cosa se había retrasado "un poco", que estaban haciendo pruebas de sonido, y que el concierto no empezaría hasta las 11 como mínimo... Lo dicho: empezó ya pasada la medianoche. Y aún tenemos que dar gracias de que empezó. Eso sí, las entradas eran una pasada, bonitas incluso.
Pero vamos al tema. Los primeros en salir fueron los valencianos Nicte, una banda relativamente joven (se formó a finales de 2007) que está a punto de editar su primer álbum. Tocaron seis canciones, entre las que destacaron buenos temas como El guardián del Sol y No hay cadenas, de buen heavy metal con toques épicos. En general se les vió un poco estáticos, algo lógico ya que el reducido escenario tampoco les dejaba mucho espacio para moverse, y aún así el vocalista Néstor Català sólo se quedaba quieto cuando cogía el violín en las partes instrumentales y en La balada del joven marinero. A destacar también su aguda voz, y sus alaridos capaces de ganar cualquier concurso de gritos powermetaleros.
Tras los habituales cambios de equipo y material se presentaron los valenciano-argentinos Dragonfly. Era curioso, pero en la sala me pareció ver más camisetas con el logo de Dragonfly que con el de los cabezas de cartel. La gente se amontonó un poco más en las primeras filas, y había más de uno que se sabía sus canciones al dedillo. Combinaron temas de su último disco Alma Irae (que saldrá a la venta en un par de semanas), como Buscando la paz, con otros de su primer disco Domine, que fueron las más coreadas. Uno de los momentos álgidos se dió cuando el enorme -en todos los sentidos- vocalista Pablo Solano anunció que iban a tocar Sólo depende de tí de una manera un poco diferente. Se sentaron todos y la cantaron en plan acústico con el único apoyo de la guitarra, y cuando consideraron que nuestros tímpanos ya habían descansado bastante enchufaron de nuevo los instrumentos y volvieron al sonido original de la canción, cuyó genial estribillo acabó aprendiéndose hasta el portero de la sala. El grupo tuvo un sonido muy bueno durante toda la actuación, en la que yo destacaría al guitarrista Alberto Alba, que desbordó genialidad y buen hacer empuñando su Ibanez, que llegó a tocar con los dientes -lo juro-, y que repartió púas y se hizo fotos con los fans de la primera fila. También se lució a gusto el bajista Juanba Nadal, que se marcó un solo de bajo haciendo tapping. Ya acabando nos sorprendieron con una buena versión de Wasted Years de Iron Maiden, y se despidieron, cómo no, con el tema homónimo Dragonfly, llevándose a casa una gran ovación.
Llegaba el momento que muchos esperábamos con ansia, y para dar más tensión al asunto pusieron dos paneles delante del escenario mientras cambiaban el material y el grupo se preparaba. El último disco de los gaditanos Saurom, Once romances desde Al-Andalus, ha sido todo un exitazo, más aún si cabe que el que tuvo su anterior JuglarMetal, y el público tenía ganas de escuchar los nuevos temas en directo, temas muy complejos a nivel musical y con unas letras magníficas, inspiradas en los más célebres poetas andaluces. Se retiraron los paneles, que se conviertieron en parte del decorado, inspirado en la portada del último disco, a su vez inspirado en la escena final de "El monte de las ánimas", una de las más conocidas leyendas de G.A. Bécquer. Y empezaron precisamente con El monte de las ánimas, un tema largo, potente y denso, pero recortado para la ocasión, que puso la sala patas arriba para acabar enlazando con La taberna, uno de sus temas más fiesteros, en el que el líder de la banda Narci Lara alternó la guitarra con la flauta travesera, y que todo el público bailó y coreó. Qué manera de empezar un concierto; simplemente increíble. El cantante Miguel Ángel Franco se llevó la matrícula de honor: lo dió todo en todos los temas, se dejó la voz en cada frase, tanto que a veces el micro no daba de sí, y no paró de comunicarse con el público, dar las gracias por la asistencia y disculparse por el retraso, derrochando simpatía y humildad a partes iguales. "No valgo un duro", dijo él mismo varias veces.
Siguieron descargando sus mejores temas uno tras otro. Del Once Romances cayeron, entre otras, Wallada la Omeya, El laberinto de los secretos -mi favorita- y la citada El monte de las ánimas. Pero los temas más coreados fueron los de discos ya consolidados, como La batalla con los cueros de vino, La musa y el espíritu, Mendigo o El arquero del rey. En cuanto al sonido, encontré el bajo demasiado acentuado y las guitarras un poco difusas a la hora de los riffs, pero nada que no se pudiera solucionar con los punteos de Raúl Rueda o con las flautas y gaitas a cargo de Narci. Pudimos disfrutar también en varios temas de los ya habituales "extras" en sus conciertos: una bailarina que hizo mimo, nos roció con pompas de jabón y disparó confeti, y un tío ataviado con gorro de juglar que hizo malabares con pelotas y mazas. No hubo los también ya típicos fuegos artificiales, probablemente debido al tamaño de la sala y el escenario, pero eso no impidió que los gaditanos firmaran una actuación estupenda.
Era hora de ir acabando. "A ver si esta os la sabéis", dijo Migue, y sonaron los primeros acordes de Dracum Nocte, quizás su tema más conocido cuyo estribillo el público cantó al unísono. Y ya antes de irse nos regalaron otra, Historias del juglar, con la que nos dejamos la poca voz que a esas alturas nos quedaba. Se despidieron, ahora sí, los juglares, dejando a todos satisfechos y a la vez con ganas de más. Puede que se quedaran buenos temas en el tintero, pero el retraso había sido mucho y el setlist no dio más de sí.
En definitiva, un concierto genial, con dos bandas de gran nivel y otra aún por descubir pero con mucho potencial. Sobresaliente para las bandas y el sonido de la sala, pero suspenso para la organización por el largo retraso que dejó a muchos de pie en la calle durante horas. Y tres nuevas notas en mi agenda: escuchar el próximo disco debut de Nicte, echarle también un ojo al inminente segundo disco de Dragonfly, y volver a ver a Saurom en directo, a ser posible en un sitio más grande para presenciar su verdadero espectáculo.
Os dejo un trozo del estribillo de Wallada la Omeya, que yo mismo grabé. La calidad de video de mi cámara es bastante cutre, y la de sonido más aún, pero es lo que hay.
Un saludo!
La información en internet acerca el concierto era clara en todos los aspectos, menos en el de la hora de comienzo. En la mayoría de sitios ni la ponía, y en el resto era difícil aclararse. Dependiendo de dónde se mirara, la cosa empezaba a las 21:30 o a las 23:00, entre otras varias opciones. Y el cúlmen fue cuando para asegurarme, esa misma mañana, consulté la web oficial de Saurom... Hora por confirmar. Increíble. En fin, tomamos la decisión de estar allí antes de las 9 y media, por si las moscas...
Pero no hubo moscas. A las 21:30 en punto preguntamos, y nos dijeron que la cosa se había retrasado "un poco", que estaban haciendo pruebas de sonido, y que el concierto no empezaría hasta las 11 como mínimo... Lo dicho: empezó ya pasada la medianoche. Y aún tenemos que dar gracias de que empezó. Eso sí, las entradas eran una pasada, bonitas incluso.
Pero vamos al tema. Los primeros en salir fueron los valencianos Nicte, una banda relativamente joven (se formó a finales de 2007) que está a punto de editar su primer álbum. Tocaron seis canciones, entre las que destacaron buenos temas como El guardián del Sol y No hay cadenas, de buen heavy metal con toques épicos. En general se les vió un poco estáticos, algo lógico ya que el reducido escenario tampoco les dejaba mucho espacio para moverse, y aún así el vocalista Néstor Català sólo se quedaba quieto cuando cogía el violín en las partes instrumentales y en La balada del joven marinero. A destacar también su aguda voz, y sus alaridos capaces de ganar cualquier concurso de gritos powermetaleros.
Tras los habituales cambios de equipo y material se presentaron los valenciano-argentinos Dragonfly. Era curioso, pero en la sala me pareció ver más camisetas con el logo de Dragonfly que con el de los cabezas de cartel. La gente se amontonó un poco más en las primeras filas, y había más de uno que se sabía sus canciones al dedillo. Combinaron temas de su último disco Alma Irae (que saldrá a la venta en un par de semanas), como Buscando la paz, con otros de su primer disco Domine, que fueron las más coreadas. Uno de los momentos álgidos se dió cuando el enorme -en todos los sentidos- vocalista Pablo Solano anunció que iban a tocar Sólo depende de tí de una manera un poco diferente. Se sentaron todos y la cantaron en plan acústico con el único apoyo de la guitarra, y cuando consideraron que nuestros tímpanos ya habían descansado bastante enchufaron de nuevo los instrumentos y volvieron al sonido original de la canción, cuyó genial estribillo acabó aprendiéndose hasta el portero de la sala. El grupo tuvo un sonido muy bueno durante toda la actuación, en la que yo destacaría al guitarrista Alberto Alba, que desbordó genialidad y buen hacer empuñando su Ibanez, que llegó a tocar con los dientes -lo juro-, y que repartió púas y se hizo fotos con los fans de la primera fila. También se lució a gusto el bajista Juanba Nadal, que se marcó un solo de bajo haciendo tapping. Ya acabando nos sorprendieron con una buena versión de Wasted Years de Iron Maiden, y se despidieron, cómo no, con el tema homónimo Dragonfly, llevándose a casa una gran ovación.
Llegaba el momento que muchos esperábamos con ansia, y para dar más tensión al asunto pusieron dos paneles delante del escenario mientras cambiaban el material y el grupo se preparaba. El último disco de los gaditanos Saurom, Once romances desde Al-Andalus, ha sido todo un exitazo, más aún si cabe que el que tuvo su anterior JuglarMetal, y el público tenía ganas de escuchar los nuevos temas en directo, temas muy complejos a nivel musical y con unas letras magníficas, inspiradas en los más célebres poetas andaluces. Se retiraron los paneles, que se conviertieron en parte del decorado, inspirado en la portada del último disco, a su vez inspirado en la escena final de "El monte de las ánimas", una de las más conocidas leyendas de G.A. Bécquer. Y empezaron precisamente con El monte de las ánimas, un tema largo, potente y denso, pero recortado para la ocasión, que puso la sala patas arriba para acabar enlazando con La taberna, uno de sus temas más fiesteros, en el que el líder de la banda Narci Lara alternó la guitarra con la flauta travesera, y que todo el público bailó y coreó. Qué manera de empezar un concierto; simplemente increíble. El cantante Miguel Ángel Franco se llevó la matrícula de honor: lo dió todo en todos los temas, se dejó la voz en cada frase, tanto que a veces el micro no daba de sí, y no paró de comunicarse con el público, dar las gracias por la asistencia y disculparse por el retraso, derrochando simpatía y humildad a partes iguales. "No valgo un duro", dijo él mismo varias veces.
Siguieron descargando sus mejores temas uno tras otro. Del Once Romances cayeron, entre otras, Wallada la Omeya, El laberinto de los secretos -mi favorita- y la citada El monte de las ánimas. Pero los temas más coreados fueron los de discos ya consolidados, como La batalla con los cueros de vino, La musa y el espíritu, Mendigo o El arquero del rey. En cuanto al sonido, encontré el bajo demasiado acentuado y las guitarras un poco difusas a la hora de los riffs, pero nada que no se pudiera solucionar con los punteos de Raúl Rueda o con las flautas y gaitas a cargo de Narci. Pudimos disfrutar también en varios temas de los ya habituales "extras" en sus conciertos: una bailarina que hizo mimo, nos roció con pompas de jabón y disparó confeti, y un tío ataviado con gorro de juglar que hizo malabares con pelotas y mazas. No hubo los también ya típicos fuegos artificiales, probablemente debido al tamaño de la sala y el escenario, pero eso no impidió que los gaditanos firmaran una actuación estupenda.
Era hora de ir acabando. "A ver si esta os la sabéis", dijo Migue, y sonaron los primeros acordes de Dracum Nocte, quizás su tema más conocido cuyo estribillo el público cantó al unísono. Y ya antes de irse nos regalaron otra, Historias del juglar, con la que nos dejamos la poca voz que a esas alturas nos quedaba. Se despidieron, ahora sí, los juglares, dejando a todos satisfechos y a la vez con ganas de más. Puede que se quedaran buenos temas en el tintero, pero el retraso había sido mucho y el setlist no dio más de sí.
En definitiva, un concierto genial, con dos bandas de gran nivel y otra aún por descubir pero con mucho potencial. Sobresaliente para las bandas y el sonido de la sala, pero suspenso para la organización por el largo retraso que dejó a muchos de pie en la calle durante horas. Y tres nuevas notas en mi agenda: escuchar el próximo disco debut de Nicte, echarle también un ojo al inminente segundo disco de Dragonfly, y volver a ver a Saurom en directo, a ser posible en un sitio más grande para presenciar su verdadero espectáculo.
Os dejo un trozo del estribillo de Wallada la Omeya, que yo mismo grabé. La calidad de video de mi cámara es bastante cutre, y la de sonido más aún, pero es lo que hay.
Un saludo!